Teoría del Control de Travis Hirschi: Unterschied zwischen den Versionen

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Como vemos, estos factores que señala Hirschi, aunque parcialmente incompletos a nuestro juicio, son por el contrario bastante acertados. Pongamos un ejemplo con la psicopatía. Respecto del psicópata, encontramos una prueba fehaciente de que la ausencia de ''apego'' acerca al sujeto a la criminalidad, ya que la estadística corrobora, de forma inequívoca, que aquellos sujetos desvinculados de la afectividad, tienden al crimen con mayor asiduidad que los que no lo están. Además, los sujetos que presentan rasgos psicopáticos, carecen de pleno ''compromiso'' con la legalidad, porque también carecen de miedo a las consecuencias de una violación normativa, y es posible que no tengan el mismo grado de implicación en las tareas habituales de la sociedad pues tienden a realizar las conductas que les apetece, dedicándoles el tiempo que consideran oportuno, lo cual podría tener relación, seguramente, con la ausencia de ''creencias'' internas sobre la idoneidad  de la norma, y las convenciones y ocupaciones sociales, pues, como aseguran algunas corrientes psicológicas, éstas personas no se cuestionan la idea del bien y el mal, de lo que es correcto y de lo que no lo es. La persona que delinque, psicópata o no, tiende a manipular a través del lenguaje la realidad del hecho delictivo, intentando auto engañarse con la falsa creencia de que el hecho concreto que realiza  no es “ilegal”.
Como vemos, estos factores que señala Hirschi, aunque parcialmente incompletos a nuestro juicio, son por el contrario bastante acertados. Pongamos un ejemplo con la psicopatía. Respecto del psicópata, encontramos una prueba fehaciente de que la ausencia de ''apego'' acerca al sujeto a la criminalidad, ya que la estadística corrobora, de forma inequívoca, que aquellos sujetos desvinculados de la afectividad, tienden al crimen con mayor asiduidad que los que no lo están. Además, los sujetos que presentan rasgos psicopáticos, carecen de pleno ''compromiso'' con la legalidad, porque también carecen de miedo a las consecuencias de una violación normativa, y es posible que no tengan el mismo grado de implicación en las tareas habituales de la sociedad pues tienden a realizar las conductas que les apetece, dedicándoles el tiempo que consideran oportuno, lo cual podría tener relación, seguramente, con la ausencia de ''creencias'' internas sobre la idoneidad  de la norma, y las convenciones y ocupaciones sociales, pues, como aseguran algunas corrientes psicológicas, éstas personas no se cuestionan la idea del bien y el mal, de lo que es correcto y de lo que no lo es. La persona que delinque, psicópata o no, tiende a manipular a través del lenguaje la realidad del hecho delictivo, intentando auto engañarse con la falsa creencia de que el hecho concreto que realiza  no es “ilegal”.
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Alabando el factor de la implicación o participación que resalta Hirschi y en relación inversa con el de las creencias, podemos comprobar cómo los adolescentes, que normalmente se caracterizan por la mayor ociosidad y menor ocupación que los adultos, tienden a cometer más delitos, o al menos a plantearse cometerlos, a realizarlos por tanto en forma de tentativa (ya sea en fase interna, mentalmente, o alcanzando la fase ejecutiva, delito intentado pero no consumado en cuanto al resultado efectivamente producido) y este planteamiento criminal nace de la moral que adquiere el sujeto en la pubertad, que le lleva a asumir una escala de valores  temporales, que difieren con los valores establecidos  que se van corrigiendo en la edad adulta, y que están basados en la aceptación de la agresividad, los roles sexistas, la búsqueda del placer, de la aceptación, del respeto y admiración de los que les rodean y del desprecio al trabajo y al esfuerzo, elementos que acercan al individuo a la delincuencia.
Alabando el factor de la implicación o participación que resalta Hirschi y en relación inversa con el de las creencias, podemos comprobar cómo los adolescentes, que normalmente se caracterizan por la mayor ociosidad y menor ocupación que los adultos, tienden a cometer más delitos, o al menos a plantearse cometerlos, a realizarlos por tanto en forma de tentativa (ya sea en fase interna, mentalmente, o alcanzando la fase ejecutiva, delito intentado pero no consumado en cuanto al resultado efectivamente producido) y este planteamiento criminal nace de la moral que adquiere el sujeto en la pubertad, que le lleva a asumir una escala de valores  temporales, que difieren con los valores establecidos  que se van corrigiendo en la edad adulta, y que están basados en la aceptación de la agresividad, los roles sexistas, la búsqueda del placer, de la aceptación, del respeto y admiración de los que les rodean y del desprecio al trabajo y al esfuerzo, elementos que acercan al individuo a la delincuencia.
Este tipo de delincuentes, cuando completan los rasgos de su personalidad y los asientan, así como cuando empiezan a tener mayores ocupaciones (compromiso y creencias) tienden a disminuir cuantitativa y cualitativamente la conducta desviada, lo que estaría estrechamente relacionado con la teoría de Terrie Moffitt.
Este tipo de delincuentes, cuando completan los rasgos de su personalidad y los asientan, así como cuando empiezan a tener mayores ocupaciones (compromiso y creencias) tienden a disminuir cuantitativa y cualitativamente la conducta desviada, lo que estaría estrechamente relacionado con la teoría de Terrie Moffitt.
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