Franquismo (1936-1975)

Período español surgido por un movimiento social y político de carácter represivo y autoritario afianzado tras laGuerra Civil Española (1936-1939). Este movimiento fue el encargado de sustentar el Golpe de Estado militar que derrocó al gobierno de La Segunda República en 1936, provocando el inicio de la Guerra Civil e instaurando, posteriormente, una dictadura al mando del General Francisco Franco en 1939.

Desde el inicio de la Guerra Civil Española, la cifra de muertos comenzó a crecer mes a mes en ambos bandos. Era una guerra librada entre el bando republicano y el bando sublevado; pero, principalmente, era una guerra de ideologías, una guerra social, de clases, de comunismo contra fascismo. Era la guerra entre la democracia republicana y la dictadura militar; y, termina con el último parte firmado por Francisco Franco el 1 de abril de 1939: "En el día de hoy, cautivo y desarmado el Ejército Rojo, han alcanzado las tropas nacionales sus últimos objetivos militares. La guerra ha terminado."

Concluída y ganada la guerra por el bando sublevado militar, comienza la Causa General. Se trata de una investigación, llevada a cabo por parte del bando vencedor, acerca de los crímenes producidos por el bando republicano. Con esta orden de investigación, se permite la persecución e internamiento, no únicamente de los culpables de crímenes durante la Guerra, también de todo aquel que se rebelara o hubiera hecho frente al nuevo régimen instaurado. Cabe destacar, que esta investigación y sus detenciones, fueron llevadas a cabo desde el momento en que cada territorio iba cayendo frente al bando militar sublevado. Por tanto, hubo ciudades en las que la persecución de personas opuestas al régimen militar comenzó desde 1936. Fue el caso de la ciudad de Sevilla.


Represión militar en Sevilla

Con la caída del bando republicano en Sevilla, debido a que todas las fuerzas armadas de la ciudad apoyaron la rebelión militar, comienza una época de gran represión. Los golpistas iban rastreando cada zona de la ciudad buscando resistentes a la victoria, ayudados por la Guardia Civil que controlaba las azoteas estratégicas de los pisos y la muralla de la Macarena. A ellos, se irían uniendo ciudadanos derechistas mediante adhesión a organizaciones, a milicias nacionales como Falange, Requetés, etc., siendo Falange la más publicitada. Gracias a esta adhesión, los civiles conseguían armamento del frente militar para luchar junto a ellos contra los rebeldes que aún seguían en la ciudad. Con todo esta banda armada, junto con las fuerzas mercenarias llegadas de Marruecos, los sublevados consiguieron hacerse con la ciudad entera e instaurar el nuevo régimen.

Aquí comienza, en mayor medida, lo que diversos libros sobre la Guerra Civil, franquismo y represión tildan de genocidio, exterminio e, incluso, encontramos la palabra holocausto en la descripción que hace el historiador José María García Márquez sobre la represión militar en Sevilla, en su obra "Las víctimas de la represión militar en la provincia de Sevilla (1936-1963)". En esta obra, se hace referencia a la afirmación emitida por Queipo de LLano en 1936: "Se les perseguirá como fieras hasta hacerlos desaparecer a todos", y la proclamada por el ex general Emilio Mola: "Esta guerra tiene que terminar con el exterminio de los enemigos de España", aludiendo ambas a todas aquellas personas contrarias al nuevo régimen proclamado, el régimen franquista.

Con el bando sublevado ocupando la ciudad en su totalidad geográfica, comienza el plan de organización militar. Se comenzó con numerosas detenciones y actuaciones bajo procedimientos auditores; pero, pronto se acabaron los formalismos, y bajo el mando de Queipo de LLano comenzaron a sucederse asesinatos no registrados en ningún documento formal. El desbordamiento de detenciones, hace que nazca la necesidad de una organización encargada de las tareas represivas; así surge la Delegación Militar Gubernativa de Orden Público de Andalucía Occidental y Extremadura. Sólo el delegado militar tendría poder para decidir las políticas represivas y los individuos a eliminar.

A medida que se iban produciendo las detenciones, se habilitaban centros para recluir a los detenidos; empezando por la Prisión Provincial. También se usaban como prisiones improvisadas locales como cines, conventos, barcos, cuartelillos de la Guardia Civil, algunas torres de la Plaza España, etc. La Prisión Provincial triplicó su capacidad máxima en pocos meses, contando con aproximadamente 1600 presos. Y en agosto de 1936, la delegación de Orden Público, ubicada en un antiguo centro de jesuitas (cedido por éstos), se convirtió en centro de la represión sevillana. Desde aquí y desde la Prisión de Plaza España, salieron constantemente camiones cargados de presos para su fusilamiento. Pero, también se usaba el desconcierto como arma de terror, desplazando a los presos constantemente de un sitio a otro, de prisión en prisión, hasta acabar finalmente siendo fusilados.

En su libro "Lucha de historias lucha de memorias", el autor Francisco Espinosa Maestre, historiador y sevillano, relata el verdadero plan de exterminio llevado a cabo por el régimen franquista para controlar a la población. En este plan, los actos delictivos son utilizados como mecanismos de control social. Es uno de los autores que más relación establece entre la historia y la criminología al tratar este suceso como un auténtico culturicidio y memoricidio.

Pero, la verdadera represión, aunque disfrazada, se asentó en las Colonias Penitenciarias Militarizadas.

Campos de concentración (Colonias Penitenciarias Militarizadas)

En 1936, la Prisión Provincial de Sevilla ya contaba con el doble de presos de su capacidad. Esta situación comenzó a preocupar, puesto que los trabajadores estaban reclusos y comenzaba a notarse considerablemente el paro en las obras; las cuales, eran muy necesarias para el esfuerzo bélico. Por tanto, comienza a plantearse la idea de usarlos como mano de obra, y en 1938 se crea el Patronato para la Redención de Penas por el Trabajo para gestionar esta nueva idea.

Los prisioneros usados como mano de obra llegan desde todos los puntos del país, por lo que instalarlos se convierte en otra necesidad. Para ello, se comienzan a utilizar terrenos cercanos a las obras como campamentos de trabajadores, primero con tiendas de campaña y posteriormente, con barracones. Estos serán los primeros campos de concentración que encontramos, aunque jamás bajo este apelativo; más bien, bajo el nombre de "Colonias Penitenciarias Militarizadas. Los campos dependían directamente del Cuartel General del Generalísimo, aunque en Andalucía estaban mayoritariamente controlados por Queipo de LLano, y la vida dentro de ellos se regía bajo unas estrictas normas impuestas por la Inspección de Campos de Concentración de Prisioneros (ICCP).

En Sevilla existían varios campos de concentración repartidos por toda la provincia (Guillena, Sanlucar, Heliópolis, etc.), pero son dos los más nombrados en la historia debido al legado que de ellos obtuvieron: La Corchuela y Los Merinales. Los prisioneros de estos campos de trabajo se dedicaban a la realización de construcciones beneficiosas para el gobierno al mando, y por ello, se crean estos campos justificándose en dos ideas fundamentales recogidas en el libro "El canal de los presos": - se considera al bando vencido como responsable de numerosas destrucciones, por lo que se les asigna la responsabilidad de reconstruir la ciudad - creación del Decreto 281, inspirado por el clérigo jesuita Pérez del Pulgar, que afirma que los prisioneros tienen derecho al trabajo para sustentarse por sí mismos y no ser un peso muerto al erario público; pero, si este derecho no se ejerciera, pasa de ser un derecho a una obligación.

Se usaba el trabajo del prisionero como carta de libertad, pues si el esfuerzo era constante la pena iba reduciéndose. Concepto muy ligado al de la Alemania nazi "Arbeit macht frei" (El trabajo os hará libres) durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945).

En los campos mencionados anteriormente, los prisioneros recluídos trabajaron intensamente en las obras hidráulicas del Canal del Bajo Guadalquivir; por eso, se le conoce como "Canal de los Presos". En él, llegaron a trabajar más de 2000 presos, los cuáles vivían en los Campos de concentración citados. Era un trabajo remunerado en cuanto a percibir salario, aunque las condiciones estuvieran, la mayor parte del tiempo, por debajo de las mínimas de supervivencia. Los prisioneros recibían un sueldo de 2 pesetas, de las cuales, 1,5 eran para manutención y 0,5 para uso propio. A ello, se le sumaban 2 pesetas más si su mujer se encontraba en zona nacional sin recursos y 1 peseta extra por cada hijo menor de 15 años. Los campos servían de negocio al Estado, que alquilaba presos a empresas por 10 pesetas al día.

El Campo de trabajo era considerado el lugar donde se suspendía al hombre de los derechos y se consideraba "puro cuerpo". La obra de Ángel del Río sobre El canal de los presos" recoge la idea de esclavitud que en estos campos se vivía. En él se afirma que para poder usar a los presos como se quisiera, había que dejarlos al margen del derecho penal y penitenciario, declarar un estado de excepción donde se suspendan todas las normas.