Campos de concentración franquistas en Sevilla: Unterschied zwischen den Versionen

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Con el bando sublevado ocupando la ciudad en su totalidad geográfica, comienza el plan de organización militar. Se comenzó con numerosas detenciones y actuaciones bajo procedimientos auditores; pero, pronto se acabaron los formalismos, y bajo el mando de Queipo de LLano comenzaron a sucederse asesinatos no registrados en ningún documento formal. El desbordamiento de detenciones, hace que nazca la necesidad de una organización encargada de las tareas represivas; así surge la '''Delegación Militar Gubernativa de Orden Público de Andalucía Occidental y Extremadura'''. Sólo el delegado militar tendría poder para decidir las políticas represivas y los individuos a eliminar.
Con el bando sublevado ocupando la ciudad en su totalidad geográfica, comienza el plan de organización militar. Se comenzó con numerosas detenciones y actuaciones bajo procedimientos auditores; pero, pronto se acabaron los formalismos, y bajo el mando de Queipo de LLano comenzaron a sucederse asesinatos no registrados en ningún documento formal. El desbordamiento de detenciones, hace que nazca la necesidad de una organización encargada de las tareas represivas; así surge la '''Delegación Militar Gubernativa de Orden Público de Andalucía Occidental y Extremadura'''. Sólo el delegado militar tendría poder para decidir las políticas represivas y los individuos a eliminar.


A medida que se iban produciendo las detenciones, se habilitaban centros para recluir a los detenidos; empezando por la Prisión Provincial. También se usaban como prisiones improvisadas locales como cines, conventos, cuartelillos de la Guardia Civil, algunas torres de la Plaza España, etc. La Prisión Provincial triplicó su capacidad máxima en pocos meses, contando con aproximadamente 1600 presos. Y en agosto de 1936, la delegación de Orden Público, ubicada en un antiguo centro de jesuitas (cedido por éstos), se convirtió en centro de la represión sevillana.
A medida que se iban produciendo las detenciones, se habilitaban centros para recluir a los detenidos; empezando por la Prisión Provincial. También se usaban como prisiones improvisadas locales como cines, conventos, barcos, cuartelillos de la Guardia Civil, algunas torres de la Plaza España, etc. La Prisión Provincial triplicó su capacidad máxima en pocos meses, contando con aproximadamente 1600 presos. Y en agosto de 1936, la delegación de Orden Público, ubicada en un antiguo centro de jesuitas (cedido por éstos), se convirtió en centro de la represión sevillana. Desde aquí y desde la Prisión de Plaza España, salieron constantemente camiones cargados de presos para su fusilamiento. Pero, también se usaba el desconcierto como arma de terror, desplazando a los presos constantemente de un sitio a otro, de prisión en prisión, hasta acabar finalmente con el fusilamiento.
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