Convención Internacional del Opio (1912)

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La Convención Internacional del Opio de la Haya (1912)

"El infierno de las mejores intenciones. Después de las resoluciones de Shanghai, el siguiente debate internacional sobre drogas fue la Conferencia de la Haya de 1911-1912 (presidida por Brent). El Presidente de Estados Unidos hizo llegar las invitaciones. En ellas no se hacía mención al abuso de drogas manufacturadas. Sin embargo, a instancias de varias potencias europeas, se añadieron en el programa de debates los temas del tráfico de morfina y cocaína, así como el del consumo de opio. Esta modificación era importante para el gobierno británico. Sus ministros liberales estaban ansiosos de demostrar sus principios éticos ante la opinión pública. Sus autoridades estaban preocupadas por el creciente contrabando de morfina y cocaína en el Lejano Oriente, y por tanto anhelaban poder desviar la discusión del tema del opio indio. La Convención Internacional del Opio, firmada por doce potencias en La Haya el 23 de enero de 1912, determinó que el consumo de opiáceos y cocaína debía limitarse a fines medicinales y comprometía a las naciones firmantes a “la erradicación gradual del abuso del opio, la morfina y la cocaína, así como de las drogas elaboradas o derivadas de estas sustancias que originan y pudieran originar los mismos abusos”. Al anunciar Serbia y Turquía su decisión de no firmar, Alemania rehusó plegarse a una convención que restringiría el negocio de los fabricantes alemanes de cocaína creando así oportunidades para los fabricantes de cocaína de otros países. Por su parte, la Junta de Comercio de Londres hizo hincapié en que “no nos veremos comprometidos en una línea de acción en tanto Alemania pueda seguir eludiendo sus obligaciones”. En consecuencia, se acordó que la Convención de La Haya no entraría en vigor hasta que treinta y cinco naciones la hubieran respaldado. Las naciones firmantes se comprometieron a erradicar gradualmente el consumo de opio en sus territorios y a prohibir las importaciones y exportaciones de opio en todo el mundo (si no “de inmediato, tan pronto como sea posible”). El resumen de la convención, pronunciado por sir William Collins, que era uno de los delegados de Inglaterra, recalcó la dicotomía, planteada por Brent, entre la opinión de los expertos y la del público: Ya resulta insostenible la distinción “oficial”, a veces formulada, entre los males provenientes del consumo de opio por una parte y sus beneficios por la otra, o entre los efectos relativamente inicuos del opio por una parte y lo pernicioso de la morfina y la cocaína por la otra. Es ahora un hecho reconocido por las autoridades internacionales que el abuso de estas drogas, cuyo empleo fomenta la repetición y finalmente la adicción, provoca la parálisis volitiva, la degradación moral, el vicio y el crimen. Se ha acordado también que las consecuencias del comercio y consumo ilícito de dichas drogas son tales que las potencias civilizadas deben hacer cuanto esté a su alcance para poner fin a abusos tan flagrantes" (Davenport-Hines 2003).

Richard Davenport-Hines (2003) La búsqueda del olvido

Texto de la Convención Internacional del Opio